Fundaorto: el milagro de vida para miles de guatemaltecos
Hace dos meses, Gloria Lisette Hernández Gutiérrez y María Cristina Sut Tocorá habían perdido la esperanza de volver a caminar porque afrontaban problemas de cadera. Ellas son parte de una lista larga de pacientes que han sido atendidos por la Fundación Guatemalteco- Americana de Cirugía Ortopédica Avanzada (Fundaorto).
Hernández Gutiérrez cuenta que desde hace varios años sufre de artritis reumatoidea, pero el problema se agravó hace dos meses, antes de la operación, cuando ya no pudo caminar. Ambas caderas le fueron operadas en la Fundación. “Si no fuera por la ayuda de Fundaorto, no sé qué hubiera sido de mí. ¿De dónde iba a sacar dinero para operarme las dos caderas? Ya no tenía cartílago. Tenía mucha depresión. En su desesperación por verme en esa situación mi esposo me dijo: “M’ija” si no te operan en estos dos meses, voy a ir a empeñar la casa, aunque nos quedemos en la calle voy a hacerlo porque ya no podés seguir así: cuenta con lágrimas cuando recuerda el ofrecimiento de su esposo.
Los testimonios de agradecimiento continúan. María Cristina Sut Tocorá, de Santa Cruz Balanyá, Chimaltenango, sufrió por 35 años el problema. “Me paraba y me iba de lado porque el hueso ya no estaba en su lugar hasta que me hicieron trasplante de cadera”, menciona. María Emilia Hernández, a quien le hicieron una prótesis de rodilla debido a que sus cartílagos se encontraban desgastados, dice que trató de buscar ayuda pero la operación “no bajaba de Q80 mil”. A Rosa Rivera Márquez le operaron las dos rodillas.
Fundaorto: el milagro de vida para miles de guatemaltecos “Pasé nueve años con dolor. Desde el 7 de mayo sucedió el milagro. Hace cuatro meses que renací”, dice. Luis Arturo Morán Batres se encuentra a la espera de que le operen la segunda rodilla. “Le vuelve la vida a uno. Hace dos meses me operaron y mi rodilla la siento como nueva.
Aquel dolor insoportable ya pasó a la historia”. Además de atender a adultos, Fundaorto también recibe a personas jóvenes. Rubia Margarita Valdez, de 16 años, dice que su sueño de caminar sin dolor se hizo realidad. Nació con un problema de su cadera.
Dos años antes le practicaron otra operación, que le ocasionó más dificultades. A su problema se sumó un caso de bullying, en el colegio donde estudiaba, por lo que su madre debió trasladarla en otro centro educativo.
Anabella Luján califica como ángeles a quienes le ayudaron a reemplazar ambas caderas, después de que padeció por cinco años el intenso dolor. Con anterioridad fue atendida en un centro hospitalario donde la empezaron a tratar por supuestos problemas de columna. Luján pide que se siga apoyando económicamente a Fundaorto para que ellos puedan seguir ayudando a personas de escasos recursos económicos.
Hilda Leticia López, con displasia congénita en su cadera izquierda, (cabeza femoral fuera de su posición normal) recuerda que estaba renuente a un tratamiento médico ya que por sus limitaciones económicas, pensaba que no era posible reunir el dinero para poder someterse a una operación.
Los pacientes piden que se brinde apoyo a la Fundación, debido a que muchas de las personas que son atendidas son de la tercera edad, a quienes por lo regular, según ellos, las dejan en el olvido o las abandonan.
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